ANTONIA ABELLÁN PÉREZ
LICENCIADA PEDAGOGÍA
CDIAT AVANZA (ASOCIACIÓN APCOM)
Generalmente los
mayores apoyos de las personas con discapacidad los encontramos en las familias
y son principalmente los hermanos los que están ocupando cada vez más la
atención de las familias y los profesionales.
La mayoría de las
veces, las familias consideran que los hermanos tienen más recursos para
afrentar las vicisitudes-situaciones de la vida que se les presentan, sin
embargo también ellos necesitan el apoyo de todos.
Los hermanos de
niños con necesidades educativas especiales son una población única que
comparten muchos sentimientos, experiencias, preocupaciones, alegrías…
Los profesionales
del campo de la rehabilitación contribuyen a este cuidado poniéndolo en el
centro de la escena de la trama familiar ya que los hermanos quedan al margen
de las visitas a los centros y cuando contamos con ellos es una función de la
ayuda que puedan prestar al niño/a discapacitado desde su rol de hermano/a.
Tienen menos oportunidades de contacto con profesionales y de compartir con
pares que atraviesan experiencias parecidas quedando en una situación de
aislamiento y desamparo.
Desde el nacimiento
los hermanos/as desempeñan roles importantes en el desarrollo mutuo, pasan
mucho tiempo juntos de manera que desarrollan emociones intensas y desinhibidas
(amor, odio, afecto, resentimiento), son una fuente de compañía mutua. “Los
hermanos necesitan un permiso para no negar estos sentimientos, ni suprimirlos
sino para expresarlos, compartirlos, comprenderlos y manejarlos”.
Cuando pensamos en
los hermanos de niños con discapacidad debemos tener en cuenta que sus
preocupaciones y necesidades son universales ya que no importa la discapacidad
de su hermano, comparten experiencias similares y tienen las mismas
necesidades, tienden a enfatizar los mismos sentimientos y emociones. Se
presentan sentimientos y preocupaciones comunes, entre otras señalaremos por su
importancia:
·
Exceso de identificación: se preguntan si comparten o no la
discapacidad
·
Culpabilidad: se sienten culpables por sus habilidades
·
Sentimientos de aislamiento, soledad y pérdida: que se
agudizan en situaciones de stress que vive la familia
·
Mayores responsabilidades, una creciente presión a superar
que en ocasiones viene impuesta por los padres y en otras son los propios niños
los que tienen esa necesidad de superarse.
·
Vergüenza: un hermano con discapacidad puede ser un motivo de
incomodidad para los hermanos/as de desarrollo normal. Los hermanos pueden
experimentar vergüenza cuando se les pregunta acerca de las necesidades especiales
del hermano/a, aunque esta tiende a ser pasajera.
· Resentimiento: aparece cuando un niño/a percibe que su
hermano/a con necesidades recibe un mayor apoyo emocional, se les sobreprotege,
se les permite conductas que son inaceptables en otros miembros de la familia.
El poder reconocer
estos sentimientos y emociones y poder comunicarlos siempre es beneficioso para
poder hacerles frente ya sea en la familia o con pares iguales, ya que se ha
observado que los hermanos de niños con discapacidad adquieren antes una mayor
responsabilidad y madurez que sus iguales debido a las experiencias que han
vivido, tienen mayor autoconfianza, son
más tolerantes, defienden a sus hermanos, son capaces de mostrar mayor empatía.
Estos sentimientos se pueden mejorar ayudando al hermano a crecer de manera que
le demos una información apropiada a la edad, dándole la oportunidad de
reunirse con otros hermanos/as de niños con necesidades educativas especiales,
estimular la buena comunicación con niños de desarrollo típico, así también
reseñaremos que la buena comunicación entre padres e hijos es importante, de
modo que los padres dediquen un tiempo especial para que sepan que “están ahí”
también para ellos.
Cada hermano es
único y singular y su respuesta a la situación está influida por múltiples
factores que actúan en complejas interacciones (tipo y grado de discapacidad,
intervalo de edad entre los hermanos, nº de hijos de la familia, forma de
respuesta de la familia a la situación que le tocó vivir…).
Por todo lo
expuesto anteriormente a grandes pinceladas en recomendable generar espacios
para el intercambio familiar, que los adultos estén atentos a las inquietudes
transmitidas por los hermanos; tener en cuenta la importancia de dedicación
exclusiva a cada hermano, planificar el futuro entre todos; cuidar del espacio
de cada integrante de la familia, de modo que el niño/a con discapacidad no
absorba toda la energía familiar;
informarse, formarse y saber pedir ayuda son alguno consejos que las familias
deberían tener en cuenta.
La carta de una hermana (Buenos Aires, 22
de octubre de 1996)
¿Cómo empezó todo?
Con la alegría de recibir en la casa una
nueva hermanita, para mí, la más linda del mundo.
Tenía seis años y éramos cuatro. Cuando
mamá y papá me dijeron “es diferente”, no entendí lo que eso significaba.
Días después, por boca de otros, escuché la
palabra “Síndrome de Down”; i bien tampoco conocía mucho acerca de ello, supe
que era grave. Fue agresivo saberlo de esa manera e inmediatamente cerré mis
puertas a todos, menos a Inés.
Entonces me hice cargo de su supuesto
sufrimiento y decidí protegerla de “la gente y del mundo amenazante”.
Me dio mucho miedo que pudiera morirse pero
“los viejos” me explicaron mejor la situación: le costaría aprender ciertas
cosas, lo haría más lentamente que otros chicos.
Al principio quise ser como ella, me miraba
en el espejo, me achinaba los ojos, y así yo también tenía Síndrome de Down. S ería más fácil estar cerca o mejor
aún, “dentro de ella”. La absorbí y caminé delante de su paso, cubriendo cada
pozo que aparecía como dificultad.
Adopté una posición defensiva, todos eran
enemigo, tanto de Inés como míos, y yo… su salvadora.
La sentía incapaz de sobrellevar
frustraciones, de ser feliz con su destino.
Dejé de lado mis cosas para acompañarla. La
dependencia crecía y nuestra relación se limitaba a un cuidado excesivo de
parte de las dos. Ninguna lograba ser
ella misma. La otra lo impedía.
Esto sucedió durante muchos años. Hasta que
sentí la necesidad de conocer verdaderamente a
mi hermana y que ella misma me mostrara sus necesidades.
Inés también deseaba y desea diferenciarse
y ser independiente.
Con el tiempo fui aprendiendo varias cosas:
Inés está buscando ser feliz (como todo el
mundo).
Inés es sencilla y no se cuestiona la
complejidad de las cosas.
Es generosa, siempre piensa en los otros,
es humilde.
Y, poco a poco, pusimos distancia, esa
distancia que acerca y enriquece.
Cada una está intentando tener su vida.
Lucía1
1Los hermanos de personas con discapacidad
una asignatura pendiente. Blanca Núñez/Luis Rodríguez. Fundación Telefónica.
Asociación Amar
Novedad editorial sobre este tema: http://editorialsinindice.blogspot.com.es/2011/11/novedad-2011-hermanos-de-personas-con.html
ResponderEliminarmuchas gracias,
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