Mª José Lozano Bernal.
Psicóloga.
CDIAT Avanza
El miedo es un sentimiento normal en los niños
que suele aparecer entre los dos y los seis años, en muchas
ocasiones se trata una conducta de adaptación, porque
todavía no entienden el mundo que les rodea e incluso a veces no son capaces de
separar la realidad de lo imaginario.
Hay miedos o temores que pueden ser
perjudiciales porque paralizan y no se
es capaz de reaccionar, sin embargo otros evitan peligros o daños físicos, por
ejemplo: el miedo a montar en una bicicleta demasiado alta, el miedo a los animales, el miedo a meterse en
el mar…son miedos que enseñan a los niños a ser precavidos y a aprender que hay
situaciones que precisan que se actúe con prudencia.
En los niños el miedo
aparece y desaparece, va y viene, sin apreciar los adultos que ha sucedido con
ello, cambia a medida que van creciendo. Los niños empiezan a temer a las personas extrañas, a la
oscuridad, a estar solos, a artilugios
raros, y más tarde aparece el miedo a los monstruos, a los ladrones, a la
muerte…Muchos de ellos son inducidos por el ambiente en el que se desenvuelve
el niño, las películas de terror, los cuentos oscuros, las historias oídas
de los mayores (no entendidas en su
mayor parte), y otros son originados en experiencias negativas dentro o fuera
de casa, a veces incluso estos miedos
pueden ser el signo de alarma para los padres de que se está produciendo alguna
situación de maltrato o abuso del hijo.
No se puede evitar que un niño sienta miedo, pero sí es
controlable ¿cómo? pues contando con la escucha, la seguridad, la confianza y
el apoyo de sus padres o cuidadores.
Para ello pueden
tener algunos de los siguientes consejos
en consideración ya que ayudaran a los
niños a superar el miedo junto a sus padres.
- No asustar al niño con historias oscuras de fantasmas, ogros, brujas, etc.
Sobretodo antes de ir a la cama. Hay que informar al niño de que estos
personajes solo existen en los cuentos y en las películas.
- No menospreciar los temores que un niño
expresa. Si el niño advierte que se
ridiculiza o se burlan de su miedo, su confianza disminuye. Comentarios como:
“eso no tiene importancia, no seas tonto, no te da vergüenza, los niños como tu no deben tener miedo de
esas cosas…”, no disminuyen el temor que siente, por el contrario se desanimará
a compartir sus temores porque no se sentirá comprendido.
- Intentar no transmitir más miedo al niño del
que ya tiene. Él precisa seguridad, no
ignorar sus miedos, no mentirle diciéndole por ejemplo que una inyección no le
dolerá. Si se le miente sobre una
situación de miedo, esta le producirá más temor. La labor de los padres es
ayudarle a afrontar la situación con
verdad y honestidad. Si manifiesta miedo a ir al médico, oiga sus razones y
acompáñelo hablándole sobre lo que va a ocurrir realmente.
- No obligar al niño a pasar por situaciones que
él teme. Hay miedos que no se superan
de una vez por todas. En lugar de ayudar, se intensifica el temor. El niño tiene derecho a acostumbrarse
poco a poco a la situación temida, por ejemplo no obligarlo a tocar un animal
que le da miedo…
- No transmita sus propios temores personales. La forma en que los padres afrontan sus propios
miedos le dan al niño el patrón a imitar en situaciones parecidas.
- No llamarlo
cobarde o infantil si se muestra temeroso ante cualquier situación. No ridiculizar su miedo, esto no le ayudará en
absoluto, al contrario le hará sentirse inseguro, incomprendido y necesitado de
cariño.
-
No obligarlo a afrontar el miedo en solitario. Es un tremendo error. Nunca obligar a un niño a
entrar a oscuras a una estancia si no quiere hacerlo, con ello solo se
provocará un aumento de la ansiedad y se alargará el miedo en el tiempo e
incluso se puede llegar a perpetuar. Además, el sentimiento de no ser capaz de
afrontar la situación no le permitirá sentirse a gusto consigo mismo.
- No darle excesiva importancia. Si cada vez que llega la situación temida
siempre se está protegiendo al niño, este no será capaz de superar el miedo,
solo debemos darle seguridad en que él mismo poco a poco irá superando el
temor.
-
Por supuesto, no ignorar los miedos del niño. Si se ignoran, el niño se sentirá perdido y
solo, no sabrá como enfrentarse, y percibirá desinterés, falta de cariño, de
comprensión y de atención.
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