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lunes, 30 de julio de 2012

ATENCIÓN TEMPRANA ¿QUÉ ES?


CONCEPCIÓN ROBLES MARTÍNEZ (Fisioterapeuta C.D.I.A.T. Avanza)
Mª JOSÉ LOZANO BERNAL (Psicóloga C.D.I.A.T. Avanza)
BALBINA MORENO SÁNCHEZ (Logopeda C.D.I.A.T. Avanza)


La atención temprana comenzó a implantarse como tratamiento en niños con discapacidad, hace alrededor de veinticinco-treinta años gracias a asociaciones de padres que preocupados por el desarrollo más lento  de sus hijos precisaban de la intervención de especialistas, pero en la educación convencional no había respuesta para ellos, primero porque la edad de escolarización suele ser posterior a la detección de los problemas, y segundo porque la integración e intervención especializada estaba comenzando a dar sus primeros pasos.
La intervención temprana desde los primeros meses (incluso días) se hace desde programas educativos o terapéuticos diseñados para prevenir o para mejorar posibles alteraciones o una deficiencia ya existente entre una población determinada  de niños (Dunst, 1985). El apoyo va dirigido, no solo al niño sino a la familia y  el entorno social, ofreciendo servicios de información, detección, diagnóstico, orientación y apoyo familiar, coordinación con servicios sanitarios y sociales, así como asesoramiento a centros de educación infantil para la mejor integración de los niños.
Los argumentos en que se apoyan los especialistas en atención temprana son diversos: las corrientes psicoanalíticas, estudios ambientales, trabajos de investigación neurológica…es muy importante considerar el alto nivel de plasticidad del sistema nervioso durante el periodo temprano de la vida, durante el cual la interacción con un ambiente rico en estímulos ( visuales, auditivos, táctiles, afectivos…) va a posibilitar un mayor aprendizaje, ya que esta interacción ayuda al desarrollo cerebral.
¿Cuál es la población a  la que va dirigida la atención temprana? En general, por un lado a niños de alto riesgo biológico y por otro de alto riesgo socio-ambiental. Entre los primeros   incluiríamos a los niños de bajo peso al nacer (inferior a 2.000-2.500 grs.), grandes prematuros, niños con asfixia perinatal, niños que han padecido infecciones del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis…),niños con alteraciones genéticas (síndrome de Down, síndrome de Turner…), niños que hayan sufrido traumatismos cráneo-encefálico, niños con problemas en el periodo neonatal, en definitiva niños que bajo el juicio del pediatra puedan padecer algún tipo de retraso madurativo en su desarrollo. Entre el segundo grupo, más difícil de detectar en muchas ocasiones, serían los niños procedentes de ambientes socio-económicos  muy desfavorecidos, niños de familias en extrema pobreza, hijos de padres alcohólicos o drogadictos, familias desestructuradas… a los que con frecuencia se suma malnutrición, problemas neonatales, carencias afectivas entre otros.
¿Cuándo comenzar con los programas de atención temprana? Se debe comenzar lo antes posible. A veces la detección  de la problemática en el niño es en el momento del nacimiento o en los primeros días de vida, por lo que se puede intervenir y comenzar a tratar de forma inmediata. En otros casos la alteración se detecta de forma más tardía, por lo que la intervención se inicia con retraso. A veces el que se intervenga demasiado tarde es causa de una falta de información hacia los padres de donde poder ir para que les ayuden, o por la negación del problema por parte ellos, ya sea por un déficit de formación, por la forma en la que se les ha presentado el problema, por no reaccionar y asumirlo, por pensar que es algo pasajero y que evolucionará bien. Por un motivo u otro se pierden unos meses que son primordiales en el desarrollo del niño.
¿Quién y qué factores deben o están presentes en un programa de intervención temprana? La familia es considerada como parte esencial del equipo de trabajo, por lo que el “modelo tradicional”, donde el aprendizaje es en un ambiente concreto, las actividades se realizan de una forma aislada, sin relación a nada,… queda un poco atrás, y entran a formar parte otros en donde la interacción padre-hijo debe ser un objetivo en la intervención en casa, y cuya presencia es muy importante. El intercambio positivo con el medio que lo rodea para el aprendizaje y desarrollo del niño sería otro, pudiendo mejorar desde el ámbito social el bienestar individual, familiar… y que el trabajo sea en un contexto natural, y las actividades tengan una funcionalidad y utilicen objetos de la vida diaria, siendo el método de enseñanza el modelado.
¿Qué es necesario para llevar a cabo una buena intervención? Es imprescindible la realización de un buen plan de evaluación, cuya función va a ser el desarrollo de unos objetivos individuales y familiares adecuados para ayudar a llevar a cabo la programación individual, así como dar la información a los padres y profesionales de la evolución y logros conseguidos por el niño. Estos objetivos se marcan tras la comparación  de la evaluación realizada al niño con una problemática, con el desarrollo de un niño normal en sus distintas etapas y diferentes áreas (lenguaje, motora, cognoscitiva y social), y en base a los déficit que presente se establecen los objetivos a trabajar. Pero como sabemos que dos niños con el mismo cociente de desarrollo no suelen evolucionar por igual, no nos centraremos solo en los datos de los test de las evaluaciones tradicionales, sino que tendremos también en cuenta la interacción del niño con su medio, su medio ambiente, su desarrollo socio-emocional, socio-económico, habilidad…
¿Cuál es la metodología de los programas de intervención temprana? Siempre se han llevado a cabo los principios del aprendizaje conductual en donde se centraban en los logros de actividades del niño: que coja, que saque, que garabatee,…y siguen utilizándose y siendo muy válidos, pero entrelazándolos con actividades diarias del niño y dándoles una funcionalidad, para que el niño con dificultades se desenvuelva y sepa resolver situaciones que se le presenten en casa, en el parque…en definitiva en el medio, e interaccione con las personas que lo rodean, y así obtener el mayor grado de autonomía posible.
¿Qué profesionales ponen en marcha los programas de intervención temprana? Los especialistas implicados en el tratamiento directo con los niños son el fisioterapeuta, el estimulador y el logopeda, comenzando el trabajo con el niño según la maduración en el desarrollo que el niño va alcanzando. Se comienza con una estimulación global de todas las áreas: cognitiva, motora, lenguaje y afectivo-social, y posteriormente se van diversificando los tratamientos y por tanto los especialistas hasta atender al niño distintas personas y con distinta dedicación según las necesidades del propio niño. El trabajo de estas áreas se justifica, en el área cognitiva porque al nacer la inteligencia del niño es muy diferente del adulto, para su crecimiento precisa avanzar a través de la ejercitación de los reflejos, de la coordinación de la visión, audición, y prensión, llegar a la realización de acciones intencionadas, aprender a imitar conductas, comprender juegos, asociar acciones…desarrollar así la memoria y la organización conceptual que asentará posteriores aprendizajes. El área motora, se desarrolla con sorprendente rapidez y toda nueva adquisición en la motricidad supone una revolución en el mundo mental del niño, por ello hablamos de psicomotricidad, ya que toda nueva categoría mental que posee el bebé está influida por el progresivo dominio del entorno que le posibilita sus nuevas adquisiciones motoras. En el desarrollo motor intervienen tres procesos distintos: la maduración del sistema nervioso (que terminará aproximadamente entre los cinco-seis años), la evolución de las capacidades sensoriales y el fortalecimiento de los músculos. En el lenguaje lo primero que destaca es la capacidad receptiva del niño, el neonato muestra desde el primer momento una especial capacidad para distinguir y reconocer, la voz humana y en particular la de la madre, como primer soporte de comunicación utiliza el llanto, posteriormente vocalizaciones, juega con los sonidos de su garganta, reconoce ruidos de su entorno, discrimina los tonos de voz (cariñoso-violento), hasta llegar a responder a su nombre, a pronunciar primeras palabras con significado, palabras cortas que le sirven para expresar sus primeros deseos. Todos los especialistas están de acuerdo en incidir en la importancia de los intercambios afectivos del bebé con su madre para el desarrollo social. La primera respuesta del niño desde los primeros días de vida es la sonrisa, primero de placer o satisfacción ante una necesidad cubierta y posteriormente como respuesta a la interacción y reconocimiento del otro. Un clima afectivo adecuado, proporciona un crecimiento seguro, una percepción adecuada de la realidad, la distinción entre lo familiar y los extraños, y la capacidad para establecer relaciones sociales con el entorno.
Eficacia de los programas de intervención. La intervención temprana resulta beneficiosa tanto para los niños, como para sus familias. Aunque los progresos de los niños no son todos medibles, ya que hay mejoras a otros niveles no evaluados, como las actitudes del niño, el ajuste familiar,….Pero lo que si es cierto es que los programas que implican a los padres son más eficaces que aquellos otros que no lo hacen (Stedman, 1983).
            

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